Como
mariposa proveniente de un país lejano,
Te conocí
una fría noche de verano,
Tu rostro dibujaba
una sonrisa,
Y tus
palabras sonaron como suave brisa.
Enseguida me brindaste tu dialogo ameno,
Tus
opiniones que no conocen freno,
Y observé tu
risa honesta y sincera,
Que
presagiaban que te amaría la vida entera.
Escuchastes
de a ratos en silencio,
Luchando
contra aquel cansancio,
Y nuestras
miradas nos unieron en conexión,
Avizorando
de antemano nuestra pasión.
Te vi como
un duende de ojos pequeños,
Con tus
cabellos meciéndose suaves,
Como el
hermoso vuelo de las aves,
Que invitan
a creen en ensueños.
Cuando te di
aquel primer beso,
En mi
sacastes un gran peso,
Aquel que
nació en la eterna soledad,
Y me
sumergió en una oscura tempestad.
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